Entonces mucha gente de los judíos se enteró de que él estaba allí; y fueron, no sólo por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien él había resucitado de entre los muertos.
Pero los principales sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro,
porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
Al día siguiente, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalén, la gran multitud que había venido a la fiesta
tomó ramas de palmera y salió a recibirle, y le aclamaban a gritos: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!"
Habiendo encontrado Jesús un borriquillo, montó sobre él, como está escrito:
No temas, hija de Sion. ¡He aquí tu Rey viene, sentado sobre una cría de asna!
Sus discípulos no entendieron estas cosas al principio. Pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y que estas cosas le hicieron a él.
La gente que estaba con él daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro y le resucitó de entre los muertos.
Por esto también la multitud salió a recibirle, porque oyeron que él había hecho esta señal.
Entonces los fariseos dijeron entre sí: —Ved que nada ganáis. ¡He aquí, el mundo se va tras él!