De esto tenemos mucho que decir, aunque es difícil de explicar, porque habéis llegado a ser tardos para oír.
Debiendo ser ya maestros por el tiempo transcurrido, de nuevo tenéis necesidad de que alguien os instruya desde los primeros rudimentos de las palabras de Dios. Habéis llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido.
Pues todo el que se alimenta de leche no es capaz de entender la palabra de la justicia, porque aún es niño.
Pero el alimento sólido es para los maduros, para los que por la práctica tienen los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal.