Abraham llamó el nombre de aquel lugar Jehovah-yireh. Por eso se dice hasta hoy: "En el monte de Jehovah será provisto."
El ángel de Jehovah llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo,
y le dijo: —He jurado por mí mismo, dice Jehovah, que porque has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único,
de cierto te bendeciré y en gran manera multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar. Tu descendencia poseerá las ciudades de sus enemigos.
En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz.
Abraham regresó a sus siervos, y levantándose se fueron juntos a Beerseba. Y Abraham habitó en Beerseba.
Aconteció después de estas cosas que le informaron a Abraham, diciendo: "He aquí que también Milca le ha dado a luz hijos a Nacor tu hermano:
Uz su primogénito, su hermano Buz, Quemuel padre de Aram,
Quesed, Hazo, Pildas, Jidlaf y Betuel.
(Betuel engendró a Rebeca.)" Milca dio a luz estos ocho hijos a Nacor, hermano de Abraham.
Y su concubina, que se llamaba Reúma, dio a luz también a Tébaj, a Gajam, a Tajas y a Maaca.
La vida de Sara fue de 127 años; éstos fueron los años de Sara.
Sara murió en Quiriat-arba, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán, y Abraham vino a hacer duelo por Sara y a llorarla.
Abraham se levantó de delante de su difunta y se fue para hablar con los hijos de Het. Y les dijo:
—Yo soy forastero y advenedizo entre vosotros. Permitidme tener entre vosotros una propiedad para sepultura, y que sepulte allí a mi difunta.
Los hijos de Het respondieron a Abraham diciéndole:
—Escúchanos, señor nuestro: Tú eres un príncipe de Dios entre nosotros. Sepulta a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro para que sepultes a tu difunta.
Pero Abraham se levantó, e inclinándose ante el pueblo de aquella tierra, los hijos de Het,
habló con ellos diciendo: —Si tenéis a bien que yo sepulte allí a mi difunta, escuchadme e interceded por mí ante Efrón hijo de Zojar,
para que me dé la cueva de Macpela que está en el extremo de su campo. Que por su justo precio me la dé como propiedad para sepultura en medio de vosotros.
Efrón estaba sentado entre los hijos de Het. Y Efrón el heteo respondió a Abraham en presencia de los hijos de Het y de todos cuantos entraban por las puertas de la ciudad, diciendo:
—No, señor mío. Escúchame: Yo te doy el campo y te doy la cueva que hay en él. En presencia de los hijos de mi pueblo te lo doy; sepulta a tu difunta.
Pero Abraham se inclinó ante el pueblo de la tierra.
Y respondió a Efrón en presencia del pueblo de la tierra, diciendo: —Más bien, te ruego que me escuches: Yo te daré dinero por el campo. Tómamelo, y yo sepultaré allí a mi difunta.
Efrón respondió a Abraham diciéndole:
—Señor mío, escúchame: La tierra vale 400 siclos de plata. ¿Qué es esto entre tú y yo? Sepulta, pues, a tu difunta.
Entonces Abraham escuchó a Efrón, y en presencia de los hijos de Het, pesó para Efrón la plata que éste le dijo: 400 siclos de plata de buena ley entre mercaderes.
Así el campo de Efrón que estaba en Macpela, frente a Mamre, tanto el campo como la cueva que había en él, junto con todos los árboles que había en el campo y en sus contornos, pasó
a ser propiedad de Abraham, en presencia de los hijos de Het, de todos los que entraban por las puertas de su ciudad.
Después de esto, Abraham sepultó a Sara su mujer en la cueva del campo en Macpela, frente a Mamre, es decir, Hebrón, en la tierra de Canaán.
Así Abraham adquirió de los hijos de Het el campo y la cueva que había en él, como una propiedad para sepultura.