Y miré, y he aquí una nube blanca, y sobre la nube estaba sentado uno semejante al Hijo de Hombre. Tenía en su cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada.
Y otro ángel salió del templo, gritando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: "¡Mete tu hoz y siega! Porque ha llegado la hora de segar, porque la mies de la tierra está madura."
Y el que estaba sentado sobre la nube lanzó su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada.
Luego salió otro ángel del templo que estaba en el cielo, llevando también él una hoz afilada.
Y salió del altar otro ángel que tenía poder sobre el fuego. Y llamó a gran voz al que tenía la hoz afilada, diciendo: "¡Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque las uvas están maduras!"
Entonces el ángel lanzó su hoz afilada en la tierra, y vendimió la viña de la tierra. Echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Y el lagar fue pisado fuera de la ciudad, y salió sangre del lagar hasta la altura de los frenos de los caballos, a lo largo de 1.600 estadios.