Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus de la dispersión: Saludos.
Hermanos míos, tenedlo por sumo gozo cuando os encontréis en diversas pruebas,
sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
Pero que la paciencia tenga su obra completa para que seáis completos y cabales, no quedando atrás en nada.
Y si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos con liberalidad y sin reprochar; y le será dada.
Pero pida con fe, no dudando nada. Porque el que duda es semejante a una ola del mar movida por el viento y echada de un lado a otro.
No piense tal hombre que recibirá cosa alguna del Señor.
El hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos.
El hermano de humilde condición, gloríese en su exaltación;
pero el rico, en su humillación, porque él pasará como la flor de la hierba.
Pues se levanta el sol con su calor y seca la hierba, cuya flor se cae, y su bella apariencia se desvanece. De igual manera también se marchitará el rico en todos sus negocios.
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman.