¿De dónde vienen las guerras y de dónde los pleitos entre vosotros? ¿No surgen de vuestras mismas pasiones que combaten en vuestros miembros?
Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, pero no podéis obtener. Combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís.
Pedís, y no recibís; porque pedís mal, para gastarlo en vuestros placeres.
¡Gente adúltera! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, cualquiera que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios.
¿O suponéis que en vano dice la Escritura: El Espíritu que él hizo morar en nosotros nos anhela celosamente?
Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.
Someteos, pues, a Dios. Resistid al diablo, y él huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y purificad vuestros corazones, vosotros de doble ánimo.
Afligíos, lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en llanto, y vuestro gozo en tristeza.