¡Vamos pues ahora, oh ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros.
Vuestras riquezas se han podrido, y vuestras ropas están comidas de polilla.
Vuestro oro y plata están enmohecidos; su moho servirá de testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como fuego. ¡Habéis amontonado tesoros en los últimos días!
He aquí clama el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que fraudulentamente ha sido retenido por vosotros. Y los clamores de los que segaron han llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos.
Habéis vivido en placeres sobre la tierra y habéis sido disolutos. Habéis engordado vuestro corazón en el día de matanza.
Habéis condenado y habéis dado muerte al justo. El no os ofrece resistencia.
Por lo tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. He aquí, el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardándolo con paciencia hasta que reciba las lluvias tempranas y tardías.
Tened también vosotros paciencia; afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca.
Hermanos, no murmuréis unos contra otros, para que no seáis condenados. ¡He aquí, el Juez ya está a las puertas!