Hermanos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor.
He aquí, tenemos por bienaventurados a los que perseveraron. Habéis oído de la perseverancia de Job y habéis visto el propósito final del Señor, que el Señor es muy compasivo y misericordioso.
Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento. Más bien, sea vuestro sí, sí; y vuestro no, no; para que no caigáis bajo condenación.
¿Está enfermo alguno de vosotros? Que llame a los ancianos de la iglesia y que oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.
Y la oración de fe dará salud al enfermo, y el Señor lo levantará. Y si ha cometido pecados, le serán perdonados.
Por tanto, confesaos unos a otros vuestros pecados, y orad unos por otros de manera que seáis sanados. La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho.