Estos que participan en vuestras comidas fraternales son manchas, apacentándose a sí mismos sin temor alguno. Son nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos. Son árboles marchitos como en otoño, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados.
Son fieras olas del mar que arrojan la espuma de sus propias abominaciones. Son estrellas errantes para las cuales está reservada para siempre la profunda oscuridad de las tinieblas.
Acerca de los mismos también profetizó Enoc, séptimo después de Adán, diciendo: "He aquí, el Señor vino entre sus santos millares
para hacer juicio contra todos y declarar convicta a toda persona respecto a todas sus obras de impiedad que ellos han hecho impíamente y respecto a todas las duras palabras que los pecadores impíos han hablado contra él."
Estos se quejan de todo y todo lo critican, andando según sus propios malos deseos. Su boca habla arrogancias, adulando a las personas para sacar provecho.
Pero vosotros, amados, acordaos de las palabras que antes han sido dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo,
porque ellos os decían: "En los últimos tiempos habrá burladores que andarán según sus propias pasiones, como impíos que son."
Estos son los que causan divisiones. Son sensuales y no tienen al Espíritu.