Entonces llegaron a Jericó. Y cuando él iba saliendo de Jericó junto con sus discípulos y una gran multitud, el ciego Bartimeo, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.
Y cuando oyó que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar diciendo: —¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí!
Muchos le regañaban para que se callara, pero él gritaba aun más fuerte: —¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús se detuvo y mandó llamarle. Llamaron al ciego diciéndole: —Ten confianza. Levántate. El te llama.
Entonces él, tirando su manto, se levantó y fue a Jesús.
Y Jesús le respondió diciendo: —¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: —Rabí, que yo recobre la vista.
Jesús le dijo: —Vete. Tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.